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Primeros pasos en programación

En el contexto del día de Ada Lovelace, quería contarles cómo empecé en el mundo de la programación y contar un poco mi experiencia para l@s que se sientan atraídos por carreras afines a la informática y se quieran animar.

Elección de carrera

Durante el último año del colegio no tenía muy en claro qué carrera seguir. No era como esas personas que ya tenían su profesión definida desde muy chic@s, las carreras tradicionales no me convencían. En un momento consideré ser veterinaria, ya que me gustan mucho los animales, pero luego de presenciar un accidente decidí que no era la profesión para mí.

Un día mi mamá me dijo “¿y si seguís lo mismo que Daniela?”. Daniela es una de mis primas, ella había estudiado licenciatura en análisis de sistemas. Esa carrera siempre me había llamado la atención, no solo por su complejidad sino porque parecía ser muy interesante. Luego de una charla telefónica en la que Dani me comentó lo que hacía y, siendo honesta, sin entender una gran parte de lo que me había mencionado, decidí anotarme en la carrera de ingeniería informática de la UBA. No sabía con exactitud lo que iba a aprender en ese momento pero decidí probar y ver si me gustaba a medida que cursaba las primeras materias.

Cuando la gente me preguntaba qué iba a estudiar recibí varios comentarios del estilo “pero es una carrera donde hay todos hombres” o “es una carrera difícil”. Sé que este tipo de comentarios, a pesar de que sean con buena intención, probablemente hagan cambiar de opinión a más de una persona que quiera seguir esa profesión. Admito que me dio un poco de inseguridad también pero lo tomé como un desafío.

Si bien suele haber una mayoría de hombres e incluso cursé materias en las que yo era la única mujer, para mi grata sorpresa había muchas otras personas en mi misma situación, con las cuales formé una gran amistad. Tanto en el trabajo como en la facultad me encontré con varones y mujeres que me ayudaron a crecer en la profesión, personas que consideré modelos a seguir y en las que me gustaría verme reflejada en el futuro.

Primeros pasos

La primera vez que programé fue en 2014, durante mi primer año en la FIUBA. Fue en la materia Algoritmos y Programación I, cátedra de Rosita Wachenchauzer. Tod@s veníamos de distintos contextos y se notaba que algun@s ya tenían conocimientos sobre lo que nos enseñaban. En particular, yo no había ido a una escuela técnica y tampoco había experimentado por mi cuenta, era un terreno totalmente desconocido. A pesar de estar un poco perdida durante las primeras clases, descubrí que me apasionaba lo que hacía.

El primer lenguaje que aprendí fue Python. Siempre nos decían en las clases que era ideal para principiantes y que cuando aprendiéramos C u otros lenguajes más complejos íbamos a querer volver a Python. Creo que fue una excelente forma de empezar. Además la profe era un amor explicando y l@s ayudantes de la materia armaban TPs divertidos, le ponían mucha onda.

En esa materia hice cosas que no pensé que eran posibles. A pesar de que ahora todo parezca más sencillo, en su momento fueron un gran logro para mí. Recuerdo que mis primeros proyectos consistieron en desarrollar un juego de ta-te-ti, una aplicación para responder consultas sobre productos farmacéuticos y un TEG. Para este último, incorporamos jugad@res “inteligentes”, a los que les definimos comportamiento. Y al finalizar la cursada hicimos una competencia entre tod@s los jugadores/as, con premio para quien hubiera programado el que le ganara al resto.

Esa fue la materia que me permitió experimentar con código por primera vez, incluso de una manera divertida, y me permitió ver las posibilidades que brindaba. ¡Descubrí que podías crear lo que quisieras!

Gracias a esas clases entendí un poco más de qué se trataba lo que estaba estudiando y si bien todavía no tenía una idea clara sobre todo lo que me permitía lograr, me entusiasmó y me animó a seguir estudiando.

A lo largo de la carrera amplié mis conocimientos y aprendí sobre bases de datos, teoría de algoritmos, grafos, sistemas operativos, memoria, programación lineal, paradigmas de programación, redes, concurrencia, desarrollo de APIs e incluso trabajé en proyectos web que involucraron front end.

¿Ya soy programadora?

Si bien fue en la facultad en donde empecé a programar, donde pude aprender la teoría y poner en práctica lo que me explicaban, recién al empezar a trabajar me di cuenta de que en realidad me faltaba mucho por aprender. Hay varias cosas que la facultad o los cursos no te enseñan, sino que se aprenden experimentando en el “mundo real”. Es por ello que empecé a sentirme oficialmente una programadora en mi primer trabajo.

En cuanto a mis primeros pasos en el mundo laboral, ésos los di en Medallia. Trabajo en desarrollo de software hace dos años y arranqué siendo intern. Dos amig@s mí@s trabajaban en Medallia, nos comentaron sobre la internship y con otr@s compañer@s decidimos anotarnos. Recuerdo que estaba muy nerviosa porque nunca antes había pasado por un proceso de entrevistas. En particular, resultó una linda experiencia, ya que me entrevistaron personas muy amables y me sentí muy cómoda.

Arrancar a trabajar es un paso importante, a pesar de haber tenido mi primera experiencia laboral cuando ya me encontraba bastante avanzada en la carrera, se siente todo nuevo. Aprendí nuevas tecnologías, herramientas, procesos y también código que maneja la empresa. Puede ser abrumador al comienzo pero después es súper satisfactorio, ver cómo vas tomando confianza y te van asignando mayores responsabilidades. Y lo más importante, saber que contás con tu equipo, referentes técnic@s, mentores o mentoras que te puedan dar una mano cuando lo necesitás y que ell@s también cuentan con vos.

Aprendí muchísimo durante estos años y es por eso que recomiendo fuertemente arrancar a trabajar antes de recibirte. Creo que aporta un montón al crecimiento profesional y personal. En la facultad tuve materias en las que simulábamos trabajar para clientes, comprometiéndonos con entregables, dividiendo el trabajo y fijando los milestones pero se nota la diferencia cuando lo hacés realmente: hay mayor responsabilidad y te sentís verdaderamente parte de un equipo, viendo cómo lo que generás tiene impacto, pudiendo ser valorado y utilizado por otr@s. Me di cuenta que todos los días aprendo algo nuevo. El aprendizaje no se limita a lo que estudiamos en la facultad sino que todo el tiempo en la vida profesional estamos aprendiendo.

Antes de empezar a estudiar tenía dudas. Me atraía la carrera, pero las inquietudes eran muchas. Quizás sí era tan difícil como tod@s decían. O por ahí, si no venía de una escuela técnica no iba a poder avanzar al mismo ritmo que mis compañer@s. O tenían razón cuando comentaban que el primer año era mucho más difícil que el CBC, que las materias básicas como álgebra, física, análisis matemático eran imposibles de aprobar, que prácticamente no iba a cursar con ninguna otra mujer en la facultad. Pero resultaron ser miedos que terminaron desvaneciéndose luego de intentarlo.

No importa si no tenés la misma base de estudio que tus compañer@s, o si empezás sin saber qué es un algoritmo. Lo que importa es la constancia y la pasión por lo que hagas. Si no lo intentás, nunca vas a saber lo que podés lograr. Lo que aprendí en este camino es que esta es una carrera para cualquier persona. Ahora resulta claro que era mi vocación pero, como mencioné anteriormente, yo no lo sabía. Yo sentía una gran curiosidad y me atraía el desafío. ¡Hoy amo mi trabajo y lo que aprendo todos los días!

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